Zequi dice:

No se vayan sin dejar sus comentarios o los atormentaré...

lunes, 13 de octubre de 2014

BELLEZA (EPISODIO V) EL VIENTO EN MIS ALAS.





-Je je... ahora mi querida Sofía es una madre mantícora. Las mantícoras son un ADN tan antiguo como el mismo planeta. Y se alimentan asimilando genes de otras especies. En la antigüedad fueron responsables de todo tipo de criaturas mitológicas como las hadas las quimeras, los dragones. Todo gracias a este infeccioso ADN. Y volverá a ser así.
- Estás tan enfermo...


Mientras el loco descargaba su verborragia la pobre Sofía, ya con su cabeza colgando de sus propias informes patas, había comenzado a regurgitar unas esferas asqueantes, idénticas a aquellas supuestas “prótesis mamarias” que le implantaron a Mar. Las cosas por fin tenían sentido. Un sentido enfermo y retorcido. Esos huevos comenzaron a eclosionar. ¿Cómo llamó él a esos bicharracos blancuzcos? Fatuas. Eso eran. Empezaban a regarse. Pero una certeza le besó la frente a la pequeña mujercita. La niña, que era en realidad la esposa del loco, no parecía controlar su propio cuerpo. Era él el que la controlaba. Así que en definitiva era él quien controlaba a las fatuas. Se abalanzó contra Rory por segunda vez. Y en esta oportunidad lo tomó de lleno con el aplastante impacto. Uno aun mayor que aquel con el que había acabado con los gigantescos monstruos allá atrás. Una nube de pavimento pulverizado se alzó imitando la erupción de un volcán.
Debajo de la mujercita, con un rostro de sorpresa y el cuerpo encajado en el terreno, Rory, contemplaba la cara de odio de Amelia. Se acercó con mucha seguridad a la pobre criatura, a Sofía. Porque ya no es la Amelia de hace un rato. Ahora no necesita correr. Escucha llorar a la pobre niña. “Amelia, duele aquí. Ayuda por favor”. El explosivo impacto con el que sorprendió a Rory había clavado sus puntiagudas patas en un auto. Y ahora era incapaz de soltarse del metal que perforó tan profundamente. Estaba inmovilizada. Pero no pedía que la liberaran. Pedía otra cosa. Amelia la tomó del doloroso rostro, la acarició con ternura y le secó las lágrimas. Luego Sofía hizo aquel gesto de "estoy lista". El golpe de muerte fue tan explosivo que esta vez Gabriel tuvo que guarecerse de los detritos. Unos ojos rojos observaban la escena. Lloraban en silencio.
Del trueno de aquel puñetazo surgió un rugido diferente. Un enfurecido Rory salía del cráter en el que yaciera. Si antes su piel se veía gris, ahora, transformado completamente en una bestia con cuchillos de hueso en lugar de dientes y una mirada de reptil, su piel era color noche.


-¿Sabes cuánta investigación llevó fabricar a esa ponedora de huevos?
-¿Fabricar? Tu esposa pedía ayuda -se secó las lágrimas- y yo se la di. Pero no va a ser la única persona en recibir esa clase de “ayuda”.


La bestia atronó con otro rugido mientras se le lanzaba con una colosal patada que partió la calle en dos. Amelia logró esquivar. Y contraatacó con las bombas que producían sus puños. Cualquiera de los dos que recibiera un ataque de lleno del contrario seguramente moriría. Pero un destello de puro instinto se le cruzó a la chica. Se tomó del suelo y lo inyectó de su propia naturaleza. Dos enormes orquídeas se levantaron del suelo y atraparon en sus enredaderas al loco. Saboreaba la victoria Amelia. Se acercaba inexorablemente a su cautivo. Y las espinas comenzaban a segregar ácido. Pero antes de darle el golpe de muerte una espada incandescente le quitó la cabeza al engendro. Los ojos rojos. Esos ojos rojos no eran, sin embargo, fríos. Mostraron calidez al decir:


-No hay que derramar su sangre o volverá.
-¿Volver? Está muerto.
-Solo le corté la cabeza


Ella se sorprendió de entender la extraña implicación del sujeto... Cauterizaba la herida para evitar regeneración. Pero el monstruo seguía vivo. Amelia cayó en la cuenta de preguntarle al misterioso acerca de su identidad pero al voltear a verlo lo halló llorando junto a lo poco que quedaba del cuerpo de la esposa de Rory. Se llevó un pequeño fragmento y, entre la bruma que levantaron las flores venenosas, se desvaneció.
Se acercó muy despacio y tímido Gabriel. Un tenue "Amelia" recorrió el aire, precediendo al dilatado abrazo de los todavía novios luego de 9 años de casados. “¿Qué esta pasando Gaby?¿Qué me hicieron?”. El solo la consuela.


-Tengo que separar la cabeza lo mas posible del cuerpo.
-Yo tengo una idea.


Los ojos rojos entraron en aquel salón de hiedras. Una variedad de miradas sobrenaturales, rarezas, lo recibieron en gesto inquisidor.


-El Metamorfo ha desaparecido. Pude salvar a mi hija. Pero tardará en volver a crecer.
-¿Que hay de la spekter, la... “modelo”?
-Debe estar recuperando fuerza. La intoxicación puede durar algunas semanas. Pero más interesante es aun que la rebelión del Metamorfo parece habernos dejado algo de mayor valor aun. Una sfater... la primera en casi mil años.
La bóveda familiar tenia cajas individuales. La cabeza de Rory seguía moviendo los ojos, esperando una pequeña oportunidad. La mas insignificante. No se presentaría. La envolvieron en plástico y echaron llave a la caja, que no tenia el mas mínimo contacto con nada vivo. La misma suerte corrió el cuerpo.
Los días posteriores Amelia sintió su fuerza menguada. Algunas arrugas impensables para lo que antes era porcelana blanca. Canas. Incontables aparecieron ese mismo lunes. Luego las arrugas ganaron todo el terreno y sus articulaciones se tornaron mañosas. Vejez. El se desvivía cuidándola y ella le notaba la desesperanza en la mirada. Ya no sería lo mismo. El deseo se iría y ella moriría tanto como amante y como simple ser. Una madrugada ella, como buena anciana, despierta ya desde temprano, sentía sed pero su piel estaba tan seca que no pudo llegar a la cocina, se quedo sentada en el sillón de Gabriel mientras su piel se secaba hasta la misma friabilidad. El se despertó extrañándola. Se acercó a la sala para ver un cuero seco que fuera la piel de su esposa. La boca estaba desgarrada en el liviano tegumento que recortaba la senil figura. Las lágrimas le nublaron la vista pero antes de que se despeñaran por sus pómulos unas piernitas conocidas que colgaban frente al ventanal le hicieron posponer el llanto. Salió al balcón, muy inseguro, para encontrarse con aquel pequeño cuerpo. Solo cuando ella le sonrío el se percató de las trasparentes alas que le iban en saga a esta, que se parecía a la antigua Amelia, pero con incluso mas luz en el rostro.



-Voy a volver, Gaby. -ese era el momento que las lágrimas esperaban- solo que ahora tengo algo que resolver. Pero voy a volver por que siempre fuiste el viento en mis alas. Sin vos no sé volar...



Los ojos rojos estaban interesados en la escena. Sonríe con una esperanza profunda.



-Infórmale a Camelot, hija. La sfater está lista.




Esto no ha terminado.


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